martes, 25 de octubre de 2016

La Frozen psicópata (Historias de la Parca V)



Bueno, bueno, pasa el tiempo que se las pela y ya estamos otra vez liados con la castanyada, los panellets y normal con sus cuentos de miedo. ¡Espero que éste os guste amiguitos!

No sé por qué me meto en estos berenjenales si ni siquiera soy padre, cosa que por aquí empieza a parecer raro con mis ya cuarenta laureles y menos con una cerveza, por supuesto cero que es lo único que sirven aquí, en la mano. Los chiquiparks son una zorrera de pequeñajos desatados que confieso, en el fondo, me hacen gracia. 

Un niño se me ha quedado mirando fijamente porque me  ha pillado embobado con el culo de una mamá buenorra. La verdad, es que desde que vuelvo a estar soltero mi mirada corre a libre albedrío entre tetas y culos sin muchos miramientos. Quizás sea su madre y por la cara que pone parece que sea así.

A lo lejos veo una chica disfrazada de Frozen. Al acercarme un poco, me doy cuenta que su atuendo es algo cutre. Lleva una trenza de peluca sintética rubia claramente sacada de los chinos y el vestidito que también se las trae, lo lleva medio roído. Disimuladamente saco el móvil y le hago una foto. ¡Seguro que en Instagram con esta hortera hoy lo peto!

Mientras miro la foto veo que algo reluce por la luz del flash. Justo en el momento en que mis dedos se deslizan por la pantalla para ver con el zoom de qué se trata, la Frozen saca un cuchillo de más de un palmo de entre sus ropas y, agarrando a un niño que se le acaba de cruzar por delante, empieza a gritar:

-¡Silencio! Sileeeeenciooooo!

En un segundo, hacen todos corro alrededor de la loca pensando que es una especie de performance macabra. Pero yo veo en sus ojos como rubíes, llenos de rabia, que la muchacha no está en sus cabales y que va muy en serio. 

-¡Suélta al niño! -le grito desesperado.

-¡Siiii!  ¡Suéltalo! ¡Suéltaloooo! -empiezan todos a cantar en coro la canción de la película.

-¿Pero qué hacéis? ¡Callaros! ¡callaroooos! -grita incrédula la muchacha porque no le hacen ni puto caso.

En una alarde de valentía, me lanzo hacia adelante para pillarla en un amago mientras está distraída con unas madres que la vitorean y la aplauden. De un manotazo, me lanza por los aires, con una fuerza inaudita y caigo de culo frente a ella. Con una mano sigue teniendo bien agarrado al niño que empieza a gimotear y con la otra me amenaza con el cuchillo.

-¿Se puede saber qué crees que haces? ¿Qué quieres, morir tu primero? 

No me hago caca encima porque no me da tiempo y los all-brans ya han hecho su efecto a primera hora de la mañana pero sino de qué. Lo que si se confirma es que esto no forma parte de ningún espectáculo.
De repente, empieza a aparecer una humareda blanca que deja cao a todos los espectadores espontáneos congregados allí excepto a la chiflada, al niño rehén cada vez más asustado y a mí.

Dispersando el humo y sorteando a la gente esparcida en su ensueño por el suelo, aparece un ente vestido de negro con una guadaña como bastón. La reconozco de los escritos de mi blog favorito. ¡Es la Parca!

Se acerca a mi y me da la mano para ayudarme a levantar.

- Tranquilo S, hoy no vas a morir. Tenemos otros planes para ti.

Cuando estoy ya en pie, la Parca se da la vuelta y en un visto y no visto libera al chiquitín y desaparece con la Frozen psicópata.
Todos recuperan el sentido y yo me voy a la barra del bar a ver si tienen algo, por ahí escondido, más fuerte que una cerveza cero, pensando en qué planes tiene la Parca preparados para mí y con quiénes...

Y si os ha gustado os recuerdo que podéis leer aquí las antiguas historias de la Parca:

Las monedas de la Parca. Una historia de miedo 
La Parca: Episodio I 
El ascensor atrapabichos. Otro cuento de terror 
Historias de la Parca IV 

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